martes, 3 de febrero de 2015

SAN FELIPE BENIZI



SAN FELIPE BENIZI (1233 - 1285) 
   INTRODUCCIÓN: 
EI generalato de San Felipe coincide con el periodo más difícil de la historia de los Siervos de Santa María, su intervención, fue decisiva para la supervivencia de nuestra Orden.
San Felipe fue, sobre todo, un PROFETA DE LA PAZ,  y en esta tarea sé comprometido activamente durante toda su vida. Por eso su figura adquiere en nuestros tiempos una significación especial.
Modelo para todos los miembros de la Familia de los Siervos, espero que estas líneas, sean motivo para releer en clave actualizada la vida de este hermano nuestro, que vivió hace mas de setecientos años, para  profundizar en la espiritualidad de nuestra Orden y para renovarnos en nuestro compromiso por la paz y la Justicia en el mundo.  
FUENTES HISTÓRICAS:
Antes de avanzar en la historia de San Felipe, debemos detenernos en las fuentes de donde vamos a extraer los datos sobre la vida del santo.                                 
Los datos más antiguos que poseemos se remontan al año 1.318 en la “legenda de Origine”, (Fray Pedro de Toda.); Esta debería narrar la historia del origen de nuestra Orden y ser la introducción de una posterior Leyenda de San Felipe. Pero actualmente, y se sigue investigando, solo tenemos un compendio de documentos de la primera mitad del S. XIV, llamada  “Leyenda del Beato Felipe”.
Posteriormente se han descubierto documentos en la Biblioteca Augusta de Perrunas, que aun se están investigando. También aparecen datos sobre San Felipe en la “Leyenda del Beato Joaquín de Siena”.
De estos documentos se extrae que San Felipe nació en el año de 1.233 en Florencia, prospera ciudad italiana en el Ducado de la Toscana, cuna de la lengua italiana y donde aparecen tantos genios como Dante, Miguel Ángel, Galileo, Leonardo da Vinci,  personajes que iban a transformar el mundo.
Entre 1.200 y 1.250, en tan solo 50 años, Florencia duplico su población, acuño moneda propia, el Florín de oro, la cual era la más cotizada de la época. La fuente del poder en aquellos tiempos residía en la posesión de la tierra, que generalmente estaba en manos de los nobles, monasterios y jerarquía eclesiástica. Todo esto atraía la atención del Papa Gregorio IX y del Emperador Federico II, que se encontraban enfrentados en una fiera lucha por el gobierno de la ciudad.

En este ambiente aparecieron movimientos religiosos, formados en su mayoría por laicos, que hacen una llamada a la Penitencia y a la Pobreza. Buscan una Iglesia más a favor de los pobres según los valores evangélicos. Juntos a estas voces, aparecieron otras que veían en estos movimientos laicales un peligro para la estabilidad de la propia Iglesia. La misma jerarquía juzgo a muchos de los miembros de estos grupos como herejes, por ser “hombres que fingen vivir como apóstoles”. Existe un enfrentamiento entre lo institucional y lo carismático, entre el poder y el servicio,... se había perdido la frescura evangélica de los principios de la Iglesia. En estos momentos de tensión aparecen, Francisco de Asís, Domingo de Guzmán,... y también nuestros Siete Santos Padres.
En 1.215, en el Concilio de Letrán, se intento poner orden en todos estos movimientos religiosos, limitando bastante sus actividades y sus formas.
Así, en este tenso ambiente nace la Orden de los Siervos de Santa María, en el mismo año, 1.233,  en que en una casa cercana al río Arno nacía Felipe, hijo de Jacobo Benizi y Alba Verdi, quienes les daría su primera educación cristiana.
En los nuevos documentos de la Biblioteca de Perrunas, se describe al santo como un experto en el arte de la medicina. Según esta, había comenzado sus estudios médicos a los 18 años, parece ser en la Universidad de París, continuando estos estudios en la de Padua donde se doctoro en Filosofía y Medicina. Este fragmento de su vida aun no se puede confirmar, dada la novedad en el descubrimiento de estos documentos, que aun se están investigando.
En lo que sí coinciden todos los historiadores es que a la vez que crecía en su formación intelectual, su formación espiritual continuaba en continuo progreso; Destacan en especial sus ayunos, su amor a y devoción a Nuestra Señora y su predilección por los pobres y humildes.
Así, en 1.254, y en una de sus visitas cuaresmales a las Iglesias de Florencia, según se nos cuenta en la L.O., Felipe se acerco a la Iglesia de Cafaggio, a las afueras de Florencia, donde hoy se levanta la Iglesia de la Anunzziatta y que se encontraba regida por nuestros frailes, y estando escuchando la lectura de la Palabra de Dios en los Hechos de los Apóstoles, en el pasaje en que se narra como el Diácono Felipe, funcionario de la Reina de Etiopía, se convirtió. , oyó una voz interior que lo invitaba a subir al carro del funcionario, mientras reflexionaba sobre lo sucedido entro en éxtasis, viendo como él caminaba sobre un terreno pedregoso, lleno de barro y piedras. Mientras avanzaba por este camino, Felipe solicitaba ayuda, escuchando de nuevo la voz que lo invitaba a subir al carro, pero esta vez, quien le hablaba era Nuestra Señora, quien conducía el carro de cuatro ruedas, que estaba tirado por un cordero y un león. En esto y cuando San Felipe en su visión, se disponía a subir al carro, Fray Alejo, en esos momentos guardián del Convento de Caffaggio, lo zarandeo pensando que estaba dormido para poder cerrar la Iglesia. Molesto Felipe por la inoportuna interrupción de su visión, se marcho de la Capilla reprochándole a San Alejo su actitud.  Esa misma noche, San Felipe volvió a ver a la Virgen entre sueños, quien lo invitaba esta vez a volver a la iglesia de los Siervos.


Felipe no lo dudo, al día siguiente marcho a contárselo a Fray Bonfilio, Prior de la Comunidad de Caffaggio, quien tras escucharlo detenidamente lo admitió a formar parte de nuestra Familia servita como hermano lego según sus propios deseos. Contaba con 21 años, los mismos de existencia de nuestra amada Orden.
Fue destinado tras su ingreso a la Comunidad de Monte-Senario, donde hoy aun esta vivo su recuerdo.
Las Leyendas hacen una descripción de la vida del santo, cultivaba la huerta, recogía limosnas, se dedicaba a la oración,.... Probablemente la Comunidad desconocía que San Felipe podía leer, así que no asistía a la lectura del Oficio Divino, reservado solo a los frailes consagrados. Transcurridos cuatro años en Monte-Senario, más por inspiración del Espíritu Santo, que por el propio interés de Felipe, llego el momento providencial de sacarlo de su retiro voluntario. Este episodio se narra de forma algo diferente en las diversas fuentes históricas, aunque ambas coinciden en los aspectos esenciales.
Fray Felipe y Fray Víctor fueron enviados a Siena, convento fundado hacia el año de  1250. Por el camino encontraron a dos frailes dominicos provenientes de Alemania. Movidos por la curiosidad ellos preguntaron a que Orden pertenecían los dos frailes de los Siervos. La respuesta dada por Felipe y que ha llegado a nosotros a través de la “Leyenda” principal, es una clásica definición de los Siervos de María. El relato dice textualmente: “Si queréis saber de nuestro nacimiento, somos nativos de esta ciudad. Si preguntáis de que condición somos, nos llamamos Siervos de la Gloriosa Virgen por cuya viudez llevamos el habito. Vivimos nuestra vida según el ejemplo de los Santos Apóstoles y tratamos de vivir según la Regla del santísimo Doctor San Agustín”.
La conversación se prolongo y llego a tratar otros temas más comprometedores. Felipe, sin darse cuenta, supo responder perfectamente “demostrando sobre todo -Continúa el texto citado- verdadera fe, sustentada con múltiples citaciones autorizadas y ejemplos de santos. Tras lo cual cada uno continuo por su camino”.
Cuanto ocurrió después, esta bien relatarlo una vez mas con palabras de la Leyenda: “Y el compañero del Beato Felipe le dijo. Hermano, ¿Por qué cuando fuiste acogido en la Orden no dijiste nada de la ciencia que poseías, con la escasez que tenemos de hombres sabios y cuando has dialogado de manera tan clarividente con aquellos frailes? En verdad te digo, que hoy, el esplendor de la ciencia ha surgido entre nosotros.” Entonces el Beato Felipe, le suplicaba de rodillas que no revelara a nadie el suceso. Pero cuando ambos regresaron a Florencia, el compañero de este santo hombre enseguida comenzó a decir y manifestar como el beato Felipe se había comportado con aquellos forasteros. Por este  hecho todos se llenaron de gozo e hicieron clérigo al beato Felipe y lo promovieron, paso a paso a las Ordenes Sagradas. Era el año de 1258/59.
CRECIMIENTO DE LA ORDEN:
Mientras Felipe vivía en Monte-Senario, la Orden empieza su extensión. Antes de 1.256, ya existían conventos en Siena, Cita di Castello y en Sansepolcro. En este año el Papa Alejandro IV confirmo las Reglas aprobadas anteriormente por el Cardenal Ardingo de Florencia, tomando el Santuario de Monte_senario bajo protección de la Santa Sede. Se le concede a la Orden el privilegio de poder recibir limosnas, de poder elegir al Prior General y de recibir limosnas de operaciones fraudulentas, cosa bastante común para la época. Hasta aquí todo parecía marchar bien, estamos en el año de 1.260.
Durante este tiempo Felipe es elegido como Definidor, cargo importante igualable al actual de Consejero, siendo confirmado para este cargo en los Capítulos celebrados en los años de 1.263 y 1.265. Mientras que en el celebrado en Cesena en 1.266, ya es elegido como “Socio” del General o sea Vicario de la Orden.
Al año siguiente, en 1.267, y tras renuncia de Fray Maneto, Felipe fue elegido Prior General de la Orden, cuando tan solo contaba con 34 años. Existen innumerables documentos que relatan la intensa actividad desarrollada por San Felipe durante su mandato; Actas de Pontífices, Obispos y notarios, correspondencia entre conventos, peticiones a Obispados,.... etc., donde se palpa la total entrega de Felipe al desempeño del servicio que le habían otorgado sus hermanos. La actividad organizativa de Felipe se puede destacar también por otro acontecimiento ocurrido en esos años, la división de la Orden por provincias, en un principio la Romaña, la Toscana y la incipiente provincia Alemana.
También hay investigadores que apuntan a que mientras fue Prior General de la Orden, fue él, primero en intentar relatar los hechos de la fundación de la Orden, incluso Franco Dal Pino, ha llegado a formular la hipótesis de que Fray Pedro de Toda, hacia 1.318, cuando redacto la L.O. había introducido en su narración largos relatos de escritos de San Felipe, compuesto muy  probablemente antes de 1.274.
MAESTRO DE SANTOS:
Felipe, tuvo la gran visión de reconocer entre los miembros de nuestra Orden, una importante carga de Santidad. Mientras fue Prior General, en 1.272, entro a formar parte de nuestra familia un joven llamado Joaquín. Felipe recibió al Beato Joaquín de Siena con 14 años y lo destino al Convento de Arezzo, donde siguió su camino de Santidad.
Otro encuentro providencial fue una visita como General a Cesena, donde estando sentado en el claustro del convento, meditando, observo como el fraile hortelano sorprendió a un golfillo robando en el huerto. Reprimiéndole, lo llevo hasta el claustro para darle un escarmiento, pero el santo viendo al muchacho lo abrazo fuertemente y dirigiéndose al fraile  le dijo: “Hermano mío, no lo toque porque es un buen muchacho y será tu Prior en nuestra Orden”, y así fue lo que ocurrió, Fray Bartolomé de Cesena, que así se llamaba el ladronzuelo, llego a ser lo profetizado por San Felipe, según la L.O.
Felipe esta ligado también a otro fruto de Santidad de nuestra Orden, San Pelegrin Laziosi de Forli. En las disputas en Forli, entre Gibelinos (Partidarios del Emperador) y  Guelfos (partidarios del Papa), parece ser que Felipe se encontraba de visita en el Convento de los Siervos de esa ciudad italiana. Un día mientras intentaba que los Forlivenses volviesen a la obediencia y a la autoridad del Papa, fue perseguido y expulsado de la ciudad. Pelegrin con 18 años se encontraba entre los alborotadores, ante la oración de Felipe delante de los que lo habían apedreado obtuvo la conversión del joven Pelegrin, quien se arrodilló ante él implorándole su perdón. Parece ser que Pelegrin entro a formar parte de la Familia de los Siervos de María hacia los 30 años de edad, (1.290/93); Incluso hay algunos autores que afirman que vistió el habito religioso por primera vez de manos de San Felipe.
Otros nombres ilustres fueron conquistados por el santo o recibidos en la Orden por el: el Beato Andrea de Borgo Sansepolcro, el Beato Ubaldo también de Borgo Sansepolcro y el Beato Buenaventura de Pistoya.
HOMBRE DE PAZ:
En la Italia de 1.200, las luchas fratricidas en las ciudades-estados eran continuas. Felipe interviene por la paz en Forli. En 1.276, los clérigos de Florencia deciden que San Felipe modere entre ellos para la elección del nuevo Obispo de la ciudad.
También en Pistoya consiguió la paz entre Guelfos y gibelinos, incluso la Santa Sede enviará al Santo como mensajero de paz, a territorios tan alejados como Alemania, donde acudió a petición del Papa Nicolás III
Esta impronta de hombre de paz demuestra una línea de conducta que seguirán todos los frailes de la Orden bajo el ejemplo y el estimulo de su Prior General.
LA SALVACION DE LA ORDEN:
El gran problema que tuvo que afrontar como Prior General fue el de proveer la salvación y la subsistencia de la misma Orden, es decir en una sola palabra, sobrevivir. No pudo verlo concedido, falleció antes, pero la línea de acción impulsada por el al final se demostró como la mas valida.
Como vimos antes, con la aprobación de las Reglas por Fray Pedro de Verona,  y la primera ratificación del Papa Alejandro IV, todo parecía marchar bien para la Orden. Se abrían una media de dos conventos anuales, se nos otorgo permiso para recibir limosna,.... etc., hasta que en el año de 1.274 en el Concilio de Lyon, el Papa Gregorio X decidió llevar a las ultimas consecuencias las directrices del de Letrán. Es decir se prohibía el nacimiento de nuevas ordenes, impidiéndose además a los que habían surgido después de 1.215 la aceptación de nuevos seguidores, (se exceptuaban a los franciscanos y a los dominicos). La alternativa que se planteaba era  o reconocerse como “mendicante” y esperar la desaparición del Instituto a la muerte de todos los frailes o justificar que podían sostenerse por si mismo y tener ya una Regla aprobada.
La línea que tomo la Orden, inspirada por la guía del Prior General, fue la  de, sin abandonar en realidad nuestro estilo de vida mendicante (recordamos que en las Constituciones redactadas por San Felipe y que fueron las primeras aparece ya como un signo de nuestra vida la pobreza.), se trato de simular  la compra de bienes y la posesión de lo necesario para el sustento. Felipe era un hombre fuerte y templado y estaba decidido a utilizar cualquier medio lícito para la salvación de aquello que NO era suyo, pero consideraba que se le había confiado desde lo Alto: La Orden de los Siervos de María.

Este fue el periodo más crucial de la historia de la Orden y humanamente hablando, solo conseguimos salvarnos de la desaparición por la energía, habilidad y valor de San Felipe.
El santo en una intensa campaña de negociación con la Santa Sede, solicitaba el no ser clasificada como Orden mendicante a nuestro incipiente Instituto y que por lo tanto solicitaba ser equiparados a  aquellas otras ordenes que surgidas después del Concilio de Letrán y aprobadas por la Santa Sede tenían derecho a sobrevivir. Felipe sabiamente se inspiro en la política de los “pequeños pasos”, intuyendo que el tiempo obraría a nuestro favor.  La historia tiene a menudo imprevistos que hacen variar su curso, y así, el Papa Gregorio X, de mala memoria para nuestra querida Orden, antes de regresar a Roma del Concilio de Lyon murió. Después de este Pontífice se sucedieron varios papados de corta duración, hasta que llegado el año de 1.304, el Papa Benedicto XI cerró la controversia aprobando definitivamente la Orden de los Siervos de Santa María. Pero Felipe para entonces ya había fallecido.
OTROS EPISODIOS DE UNA VIDA SANTA:
Se insiste mucho en la humildad del santo, en ambas Leyendas se cuenta como en los Capítulos Electivos rogaba a sus hermanos que por favor no lo votasen, deseaba ser dispensado de la responsabilidad de ser Prior General, pero los frailes, gracias a Dios, nunca lo escucharon. Tanto es así, que Felipe pensó renunciar en manos del Sumo Pontífice. Fray Lottaringo, intimo colaborador de San Felipe en las negociaciones sobre la supervivencia de la Orden con la Santa Sede, lo intuyo y le solicito que desistiera de su propósito, por que podía poner en peligro a la misma Orden en si y que siempre seria en contra de la voluntad de todos los frailes
En otro episodio referente a su humildad, fue cuando algunos Cardenales proclamaron a San Felipe digno de llevar la Tiara Papal, eran los años 1.268/71, momento en que la Iglesia celebraba el Cónclave de Viterbo. El santo enterado de las intenciones de estos, huyo y se retiro a una gruta del Monte Amiatta, de donde no retorno hasta ser elegido un nuevo Papa (por eso se le suele pintar con la tiara papal junto a él).
Durante la visita al Convento de Arezzo, ciudad en guerra en aquellos momentos, Felipe encontró a los Frailes que cortos de víveres apenas podían sostenerse. Durante una oración particular del santo, se oyó llamar a la puerta del Convento, abrieron y descubrieron, sin saber quien los habían dejado, dos cestas de pan blanco. En memoria de estos hechos, todavía hoy se suele bendecir el pan durante la celebración eucarística de la Fiesta de San Felipe.
HACIA EL CIELO:
En el 1.285 y en una viaje a la curia papal, siempre con vistas a la salvación de la Orden y después de haber sido recibido por Su Santidad, Felipe enfermo gravemente y pidió ser trasladado al Convento de Toda, uno de los más pobres entonces de la Orden, donde el santo no mejoraba, cuenta en su Leyenda que estando en el lecho de muerte, solicitaba con gran ímpetu que se le diera “su libro”, ofreciéndole los hermanos que estaban junto a el, todos los que se encontraban en la estancia sin lograr aplacar su desasosiego hasta que le entregaron un crucifijo, al cual abrazo amorosamente. Cristo crucificado había sido el modelo que siempre había tenido ante sus ojos. Después de orar con Fray Ubaldo de Borgo, Prior del Convento de Toda, y susurrando las palabras de Jesús,” Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu.” Expiro la tarde del miércoles 22 de Agosto de 1.285.
Tras su muerte existe una importante narración de hechos extraordinarios y milagrosos que sucedieron inmediatamente después de su muerte. Una veneración especial también ser percibió por parte de todos los miembros de la Familia Servita hacia su figura. El cuerpo de San Felipe se venera en la Iglesia de Santa María de las Gracias de Toda.
La canonización tuvo lugar el 12 de Abril de 1671 por el Papa Clemente X, aunque ya en 1.516 se concedió permiso para celebrar la fiesta del Beato Felipe el 23 de Agosto, fecha que se mantiene hasta nuestros días. 
LA ENSEÑANZA DE SAN FELIPE:
He tratado de resumir en grandes líneas la vida de un hombre que vivió hace mas de 700 años, pero lo más importante es si esa vida nos puede decir algo todavía a nosotros que vivimos tanto tiempo después y en condiciones tan diversas. Nos debemos preguntar en que manera, nosotros podemos, hoy, aquí,.... seguir su ejemplo.
Muchas cosas nos podían marcar de su vida,....., su predicación de la Palabra, ser mensajero de paz, ser puerta de santidad, su capacidad organizativa, su papel en la salvación de la Orden,.........., pero la virtud que, personalmente, me parece que predomina mas en la vida del santo es su HUMILDAD, virtud predicada y practicada por Jesús, y sin embargo, tan olvidada incluso por parte de aquellos que se dicen sus seguidores. Además la humildad es un signo característico de nuestro carisma, humildad no entendida como modestia, son como base de mis relaciones en la vida.
Otra virtud que le caracterizaba era su CARIDAD hacia el hermano necesitado. Su predilección eran los pequeños, los humildes, los pobres, los enfermos, los pecadores.
Grande también fue su amor a Cristo Crucificado e inmensa su devoción a la Santísima Virgen, su Madre, siempre consciente de que sirviendo a María, se sirve más perfecta y fácilmente a Dios.
                                                                            Manuel Marchena Sanchez O.S.S.M.      

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