SAN FELIPE BENIZI (1233 -
1285)
INTRODUCCIÓN:
EI
generalato de San Felipe coincide con el periodo más difícil de la historia de
los Siervos de Santa María, su intervención, fue decisiva para la supervivencia
de nuestra Orden.
San
Felipe fue, sobre todo, un PROFETA DE LA PAZ,
y en esta tarea sé comprometido activamente durante toda su vida. Por
eso su figura adquiere en nuestros tiempos una significación especial.
Modelo
para todos los miembros de la
Familia de los Siervos, espero que estas líneas, sean motivo
para releer en clave actualizada la vida de este hermano nuestro, que vivió
hace mas de setecientos años, para
profundizar en la espiritualidad de nuestra Orden y para renovarnos en
nuestro compromiso por la paz y la
Justicia en el mundo.
FUENTES HISTÓRICAS:
Antes
de avanzar en la historia de San Felipe, debemos detenernos en las fuentes de
donde vamos a extraer los datos sobre la vida del santo.
Los
datos más antiguos que poseemos se remontan al año 1.318 en la “legenda de
Origine”, (Fray Pedro de Toda.); Esta debería narrar la historia del origen de
nuestra Orden y ser la introducción de una posterior Leyenda de San Felipe.
Pero actualmente, y se sigue investigando, solo tenemos un compendio de
documentos de la primera mitad del S. XIV, llamada “Leyenda del Beato Felipe”.
Posteriormente
se han descubierto documentos en la Biblioteca Augusta
de Perrunas, que aun se están investigando. También aparecen datos sobre San
Felipe en la “Leyenda del Beato Joaquín de Siena”.
De
estos documentos se extrae que San Felipe nació en el año de 1.233 en
Florencia, prospera ciudad italiana en el Ducado de la Toscana, cuna de la lengua
italiana y donde aparecen tantos genios como Dante, Miguel Ángel, Galileo,
Leonardo da Vinci, personajes que iban a
transformar el mundo.
Entre
1.200 y 1.250, en tan solo 50 años, Florencia duplico su población, acuño
moneda propia, el Florín de oro, la cual era la más cotizada de la época. La fuente del
poder en aquellos tiempos residía en la posesión de la tierra, que generalmente
estaba en manos de los nobles, monasterios y jerarquía eclesiástica. Todo esto
atraía la atención del Papa Gregorio IX y del Emperador Federico II, que se
encontraban enfrentados en una fiera lucha por el gobierno de la ciudad.
En
este ambiente aparecieron movimientos religiosos, formados en su mayoría por
laicos, que hacen una llamada a la Penitencia y a la Pobreza. Buscan
una Iglesia más a favor de los pobres según los valores evangélicos. Juntos a
estas voces, aparecieron otras que veían en estos movimientos laicales un
peligro para la estabilidad de la propia Iglesia. La misma jerarquía juzgo a muchos
de los miembros de estos grupos como herejes, por ser “hombres que fingen vivir
como apóstoles”. Existe un enfrentamiento entre lo institucional y lo
carismático, entre el poder y el servicio,... se había perdido la frescura
evangélica de los principios de la Iglesia. En estos momentos de tensión aparecen,
Francisco de Asís, Domingo de Guzmán,... y también nuestros Siete Santos
Padres.
En
1.215, en el Concilio de Letrán, se intento poner orden en todos estos
movimientos religiosos, limitando bastante sus actividades y sus formas.
Así,
en este tenso ambiente nace la
Orden de los Siervos de Santa María, en el mismo año,
1.233, en que en una casa cercana al río
Arno nacía Felipe, hijo de Jacobo Benizi y Alba Verdi, quienes les daría su
primera educación cristiana.
En los
nuevos documentos de la
Biblioteca de Perrunas, se describe al santo como un experto
en el arte de la medicina. Según esta, había comenzado sus estudios médicos a
los 18 años, parece ser en la
Universidad de París, continuando estos estudios en la de
Padua donde se doctoro en Filosofía y Medicina. Este fragmento de su vida aun
no se puede confirmar, dada la novedad en el descubrimiento de estos
documentos, que aun se están investigando.
En lo
que sí coinciden todos los historiadores es que a la vez que crecía en su
formación intelectual, su formación espiritual continuaba en continuo progreso;
Destacan en especial sus ayunos, su amor a y devoción a Nuestra Señora y su
predilección por los pobres y humildes.
Así,
en 1.254, y en una de sus visitas cuaresmales a las Iglesias de Florencia,
según se nos cuenta en la L.O.,
Felipe se acerco a la Iglesia
de Cafaggio, a las afueras de Florencia, donde hoy se levanta la Iglesia de la Anunzziatta y que se
encontraba regida por nuestros frailes, y estando escuchando la lectura de la Palabra de Dios en los
Hechos de los Apóstoles, en el pasaje en que se narra como el Diácono Felipe,
funcionario de la Reina
de Etiopía, se convirtió. , oyó una voz interior que lo invitaba a subir al
carro del funcionario, mientras reflexionaba sobre lo sucedido entro en
éxtasis, viendo como él caminaba sobre un terreno pedregoso, lleno de barro y
piedras. Mientras avanzaba por este camino, Felipe solicitaba ayuda, escuchando
de nuevo la voz que lo invitaba a subir al carro, pero esta vez, quien le
hablaba era Nuestra Señora, quien conducía el carro de cuatro ruedas, que
estaba tirado por un cordero y un león. En esto y cuando San Felipe en su
visión, se disponía a subir al carro, Fray Alejo, en esos momentos guardián del
Convento de Caffaggio, lo zarandeo pensando que estaba dormido para poder
cerrar la Iglesia.
Molesto Felipe por la inoportuna interrupción de su visión, se
marcho de la Capilla
reprochándole a San Alejo su actitud.
Esa misma noche, San Felipe volvió a ver a la Virgen entre sueños, quien
lo invitaba esta vez a volver a la iglesia de los Siervos.
Felipe
no lo dudo, al día siguiente marcho a contárselo a Fray Bonfilio, Prior de la Comunidad de Caffaggio,
quien tras escucharlo detenidamente lo admitió a formar parte de nuestra
Familia servita como hermano lego según sus propios deseos. Contaba con 21
años, los mismos de existencia de nuestra amada Orden.
Fue
destinado tras su ingreso a la
Comunidad de Monte-Senario, donde hoy aun esta vivo su
recuerdo.
Las Leyendas
hacen una descripción de la vida del santo, cultivaba la huerta, recogía
limosnas, se dedicaba a la oración,.... Probablemente la Comunidad desconocía que
San Felipe podía leer, así que no asistía a la lectura del Oficio Divino,
reservado solo a los frailes consagrados. Transcurridos cuatro años en
Monte-Senario, más por inspiración del Espíritu Santo, que por el propio
interés de Felipe, llego el momento providencial de sacarlo de su retiro
voluntario. Este episodio se narra de forma algo diferente en las diversas
fuentes históricas, aunque ambas coinciden en los aspectos esenciales.
Fray
Felipe y Fray Víctor fueron enviados a Siena, convento fundado hacia el año
de 1250. Por el camino encontraron a dos
frailes dominicos provenientes de Alemania. Movidos por la curiosidad ellos
preguntaron a que Orden pertenecían los dos frailes de los Siervos. La
respuesta dada por Felipe y que ha llegado a nosotros a través de la “Leyenda” principal, es
una clásica definición de los Siervos de María. El relato dice textualmente: “Si
queréis saber de nuestro nacimiento, somos nativos de esta ciudad. Si
preguntáis de que condición somos, nos llamamos Siervos de la Gloriosa Virgen
por cuya viudez llevamos el habito. Vivimos nuestra vida según el ejemplo de
los Santos Apóstoles y tratamos de vivir según la Regla del santísimo Doctor
San Agustín”.
La
conversación se prolongo y llego a tratar otros temas más comprometedores.
Felipe, sin darse cuenta, supo responder perfectamente “demostrando sobre todo
-Continúa el texto citado- verdadera fe, sustentada con múltiples citaciones
autorizadas y ejemplos de santos. Tras lo cual cada uno continuo por su
camino”.
Cuanto
ocurrió después, esta bien relatarlo una vez mas con palabras de la Leyenda: “Y
el compañero del Beato Felipe le dijo. Hermano, ¿Por qué cuando fuiste acogido
en la Orden no
dijiste nada de la ciencia que poseías, con la escasez que tenemos de hombres
sabios y cuando has dialogado de manera tan clarividente con aquellos frailes? En
verdad te digo, que hoy, el esplendor de la ciencia ha surgido entre nosotros.”
Entonces el Beato Felipe, le suplicaba de rodillas que no revelara a nadie el
suceso. Pero cuando ambos regresaron a Florencia, el compañero de este santo
hombre enseguida comenzó a decir y manifestar como el beato Felipe se había
comportado con aquellos forasteros. Por este
hecho todos se llenaron de gozo e hicieron clérigo al beato Felipe y lo
promovieron, paso a paso a las Ordenes Sagradas. Era el año de 1258/59.
CRECIMIENTO DE LA ORDEN:
Mientras
Felipe vivía en Monte-Senario, la
Orden empieza su extensión. Antes de 1.256, ya existían
conventos en Siena, Cita di Castello y en Sansepolcro. En este año el Papa
Alejandro IV confirmo las Reglas aprobadas anteriormente por el Cardenal
Ardingo de Florencia, tomando el Santuario de Monte_senario bajo protección de
la Santa Sede. Se le concede a la
Orden el privilegio de poder recibir limosnas, de poder
elegir al Prior General y de recibir limosnas de operaciones fraudulentas, cosa
bastante común para la época. Hasta aquí todo parecía marchar bien, estamos en
el año de 1.260.
Durante
este tiempo Felipe es elegido como Definidor, cargo importante igualable al
actual de Consejero, siendo confirmado para este cargo en los Capítulos
celebrados en los años de 1.263 y 1.265. Mientras que en el celebrado en Cesena
en 1.266, ya es elegido como “Socio” del General o sea Vicario de la Orden.
Al año
siguiente, en 1.267, y tras renuncia de Fray Maneto, Felipe fue elegido Prior
General de la Orden,
cuando tan solo contaba con 34 años. Existen innumerables documentos que
relatan la intensa actividad desarrollada por San Felipe durante su mandato;
Actas de Pontífices, Obispos y notarios, correspondencia entre conventos,
peticiones a Obispados,.... etc., donde se palpa la total entrega de Felipe al
desempeño del servicio que le habían otorgado sus hermanos. La actividad
organizativa de Felipe se puede destacar también por otro acontecimiento
ocurrido en esos años, la división de la Orden por provincias, en un principio la Romaña, la Toscana y la incipiente
provincia Alemana.
También
hay investigadores que apuntan a que mientras fue Prior General de la Orden, fue él, primero en
intentar relatar los hechos de la fundación de la Orden, incluso Franco Dal
Pino, ha llegado a formular la hipótesis de que Fray Pedro de Toda, hacia
1.318, cuando redacto la L.O.
había introducido en su narración largos relatos de escritos de San Felipe,
compuesto muy probablemente antes de
1.274.
MAESTRO DE SANTOS:
Felipe,
tuvo la gran visión de reconocer entre los miembros de nuestra Orden, una
importante carga de Santidad. Mientras fue Prior General, en 1.272, entro a
formar parte de nuestra familia un joven llamado Joaquín. Felipe recibió al
Beato Joaquín de Siena con 14 años y lo destino al Convento de Arezzo, donde
siguió su camino de Santidad.
Otro
encuentro providencial fue una visita como General a Cesena, donde estando
sentado en el claustro del convento, meditando, observo como el fraile
hortelano sorprendió a un golfillo robando en el huerto. Reprimiéndole, lo
llevo hasta el claustro para darle un escarmiento, pero el santo viendo al
muchacho lo abrazo fuertemente y dirigiéndose al fraile le dijo: “Hermano mío, no lo toque porque es
un buen muchacho y será tu Prior en nuestra Orden”, y así fue lo que ocurrió,
Fray Bartolomé de Cesena, que así se llamaba el ladronzuelo, llego a ser lo
profetizado por San Felipe, según la
L.O.
Felipe
esta ligado también a otro fruto de Santidad de nuestra Orden, San Pelegrin
Laziosi de Forli. En las disputas en Forli, entre Gibelinos (Partidarios del
Emperador) y Guelfos (partidarios del
Papa), parece ser que Felipe se encontraba de visita en el Convento de los
Siervos de esa ciudad italiana. Un día mientras intentaba que los Forlivenses
volviesen a la obediencia y a la autoridad del Papa, fue perseguido y expulsado
de la ciudad.
Pelegrin con 18 años se encontraba entre los alborotadores,
ante la oración de Felipe delante de los que lo habían apedreado obtuvo la
conversión del joven Pelegrin, quien se arrodilló ante él implorándole su
perdón. Parece ser que Pelegrin entro a formar parte de la Familia de los Siervos de
María hacia los 30 años de edad, (1.290/93); Incluso hay algunos autores que
afirman que vistió el habito religioso por primera vez de manos de San Felipe.
Otros
nombres ilustres fueron conquistados por el santo o recibidos en la Orden por el: el Beato
Andrea de Borgo Sansepolcro, el Beato Ubaldo también de Borgo Sansepolcro y el Beato
Buenaventura de Pistoya.
HOMBRE DE PAZ:
En la Italia de 1.200, las luchas
fratricidas en las ciudades-estados eran continuas. Felipe interviene por la
paz en Forli. En 1.276, los clérigos de Florencia deciden que San Felipe modere
entre ellos para la elección del nuevo Obispo de la ciudad.
También
en Pistoya consiguió la paz entre Guelfos y gibelinos, incluso la Santa Sede enviará al
Santo como mensajero de paz, a territorios tan alejados como Alemania, donde
acudió a petición del Papa Nicolás III
Esta
impronta de hombre de paz demuestra una línea de conducta que seguirán todos
los frailes de la Orden
bajo el ejemplo y el estimulo de su Prior General.
LA SALVACION DE LA ORDEN:
El
gran problema que tuvo que afrontar como Prior General fue el de proveer la
salvación y la subsistencia de la misma Orden, es decir en una sola palabra,
sobrevivir. No pudo verlo concedido, falleció antes, pero la línea de acción
impulsada por el al final se demostró como la mas valida.
Como
vimos antes, con la aprobación de las Reglas por Fray Pedro de Verona, y la primera ratificación del Papa Alejandro
IV, todo parecía marchar bien para la Orden. Se abrían una media de dos conventos
anuales, se nos otorgo permiso para recibir limosna,.... etc., hasta que en el
año de 1.274 en el Concilio de Lyon, el Papa Gregorio X decidió llevar a las
ultimas consecuencias las directrices del de Letrán. Es decir se prohibía el
nacimiento de nuevas ordenes, impidiéndose además a los que habían surgido
después de 1.215 la aceptación de nuevos seguidores, (se exceptuaban a los
franciscanos y a los dominicos). La alternativa que se planteaba era o reconocerse como “mendicante” y esperar la
desaparición del Instituto a la muerte de todos los frailes o justificar que podían
sostenerse por si mismo y tener ya una Regla aprobada.
La
línea que tomo la Orden,
inspirada por la guía del Prior General, fue la
de, sin abandonar en realidad nuestro estilo de vida mendicante (recordamos
que en las Constituciones redactadas por San Felipe y que fueron las primeras
aparece ya como un signo de nuestra vida la pobreza.), se trato de simular la compra de bienes y la posesión de lo
necesario para el sustento. Felipe era un hombre fuerte y templado y estaba
decidido a utilizar cualquier medio lícito para la salvación de aquello que NO
era suyo, pero consideraba que se le había confiado desde lo Alto: La Orden de los Siervos de
María.
Este
fue el periodo más crucial de la historia de la Orden y humanamente
hablando, solo conseguimos salvarnos de la desaparición por la energía,
habilidad y valor de San Felipe.
El
santo en una intensa campaña de negociación con la Santa Sede, solicitaba
el no ser clasificada como Orden mendicante a nuestro incipiente Instituto y
que por lo tanto solicitaba ser equiparados a
aquellas otras ordenes que surgidas después del Concilio de Letrán y
aprobadas por la Santa Sede
tenían derecho a sobrevivir. Felipe sabiamente se inspiro en la política de los
“pequeños pasos”, intuyendo que el tiempo obraría a nuestro favor. La historia tiene a menudo imprevistos que
hacen variar su curso, y así, el Papa Gregorio X, de mala memoria para nuestra
querida Orden, antes de regresar a Roma del Concilio de Lyon murió. Después de
este Pontífice se sucedieron varios papados de corta duración, hasta que
llegado el año de 1.304, el Papa Benedicto XI cerró la controversia aprobando
definitivamente la Orden
de los Siervos de Santa María. Pero Felipe para entonces ya había fallecido.
OTROS EPISODIOS DE UNA VIDA SANTA:
Se insiste mucho en la humildad del santo, en ambas Leyendas se cuenta
como en los Capítulos Electivos rogaba a sus hermanos que por favor no lo
votasen, deseaba ser dispensado de la responsabilidad de ser Prior General,
pero los frailes, gracias a Dios, nunca lo escucharon. Tanto es así, que Felipe
pensó renunciar en manos del Sumo Pontífice. Fray Lottaringo, intimo
colaborador de San Felipe en las negociaciones sobre la supervivencia de la Orden con la Santa Sede, lo intuyo y le solicito que desistiera de
su propósito, por que podía poner en peligro a la misma Orden en si y
que siempre seria en contra de la voluntad de todos los frailes
En otro episodio referente a su humildad, fue cuando algunos
Cardenales proclamaron a San Felipe digno de llevar la Tiara Papal, eran los
años 1.268/71, momento en que la
Iglesia celebraba el Cónclave de Viterbo. El santo enterado
de las intenciones de estos, huyo y se retiro a una gruta del Monte Amiatta, de
donde no retorno hasta ser elegido un nuevo Papa (por eso se le suele pintar
con la tiara papal junto a él).
Durante la visita al Convento de Arezzo, ciudad en guerra en aquellos
momentos, Felipe encontró a los Frailes que cortos de víveres apenas podían
sostenerse. Durante una oración particular del santo, se oyó llamar a la puerta
del Convento, abrieron y descubrieron, sin saber quien los habían dejado, dos
cestas de pan blanco. En memoria de estos hechos, todavía hoy se suele bendecir
el pan durante la celebración eucarística de la Fiesta de San Felipe.
HACIA EL CIELO:
En el
1.285 y en una viaje a la curia papal, siempre con vistas a la salvación de la Orden y después de haber
sido recibido por Su Santidad, Felipe enfermo gravemente y pidió ser trasladado
al Convento de Toda, uno de los más pobres entonces de la Orden, donde el santo no mejoraba,
cuenta en su Leyenda que estando en el lecho de muerte, solicitaba con gran
ímpetu que se le diera “su libro”, ofreciéndole los hermanos que estaban junto
a el, todos los que se encontraban en la estancia sin lograr aplacar su
desasosiego hasta que le entregaron un crucifijo, al cual abrazo amorosamente.
Cristo crucificado había sido el modelo que siempre había tenido ante sus ojos.
Después de orar con Fray Ubaldo de Borgo, Prior del Convento de Toda, y
susurrando las palabras de Jesús,” Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu.”
Expiro la tarde del miércoles 22 de Agosto de 1.285.
Tras
su muerte existe una importante narración de hechos extraordinarios y
milagrosos que sucedieron inmediatamente después de su muerte. Una veneración
especial también ser percibió por parte de todos los miembros de la Familia Servita
hacia su figura. El cuerpo de San Felipe se venera en la Iglesia de Santa María de
las Gracias de Toda.
La canonización tuvo lugar el 12 de Abril de 1671 por el Papa Clemente
X, aunque ya en 1.516 se concedió permiso para celebrar la fiesta del Beato
Felipe el 23 de Agosto, fecha que se mantiene hasta nuestros días.
LA ENSEÑANZA DE SAN FELIPE:
He
tratado de resumir en grandes líneas la vida de un hombre que vivió hace mas de
700 años, pero lo más importante es si esa vida nos puede decir algo todavía a
nosotros que vivimos tanto tiempo después y en condiciones tan diversas. Nos
debemos preguntar en que manera, nosotros podemos, hoy, aquí,.... seguir su
ejemplo.
Muchas cosas nos podían marcar de su vida,....., su predicación de la Palabra, ser mensajero de
paz, ser puerta de santidad, su capacidad organizativa, su papel en la
salvación de la Orden,..........,
pero la virtud que, personalmente, me parece que predomina mas en la vida del
santo es su HUMILDAD, virtud predicada y practicada por Jesús, y sin embargo,
tan olvidada incluso por parte de aquellos que se dicen sus seguidores. Además
la humildad es un signo característico de nuestro carisma, humildad no
entendida como modestia, son como base de mis relaciones en la vida.
Otra virtud que le caracterizaba era su CARIDAD hacia el hermano
necesitado. Su predilección eran los pequeños, los humildes, los pobres, los
enfermos, los pecadores.
Grande también fue su amor a Cristo Crucificado e inmensa su devoción
a la Santísima Virgen,
su Madre, siempre consciente de que sirviendo a María, se sirve más perfecta y
fácilmente a Dios.
Manuel Marchena Sanchez O.S.S.M.
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